jueves, 11 de julio de 2013

Capitulo 14 - Problemas obteniendo fuentes históricas.






CAPITULO XIV

           Problemas obteniendo fuentes históricas-Criterio personal sobre la guerra de los mil días-                                                          Comentarios sobre la escritura de esta obra.


El primer nombre  de "Guerra de los mil días" deriva su denominación, porque inició la revolución sus actividades el 18 de noviembre de 1899, en el Departamento de Santander del Sur y terminó la guerra el 21 de noviembre de 1902, mediante la firma del Tratado del Wisconsin en el Departamento de Panamá, es decir duró 1.084 días. En esta época fue muy conocido el chiste achacado al entonces presidente Marroquín de que “yo recibí una República (Colombia) y entregué dos” (Panamá y Colombia).

En segundo lugar, otros historiadores, la identifican, "Guerra de los dos siglos," porque cubrió los 43 días del siglo XIX y 1041 días iniciales del siglo XX

Por último "Guerra de los tres años," de 1.899 a 1902, un año, de 1900, a 1901, y de 1902 tres años.

Transcurría febrero 15 de 1976, (hasta hoy 2015) conocedor de los valiosos documentos que han reposado en nuestra biblioteca familiar por muchos años, de las narraciones hechas por el puño y letra del general  Silva, quien ofreció sus mejores años de vida a la patria colombiana, buscando mediante su vinculación y la de otro grupo de camaradas para terminar la anarquía, por allá en esos años, período en el cual hizo su lucha con el contingente mencionado en la relación de miembros de las Divisiones que se mencionaron en páginas anteriores, los que se vieron comprometidos en ese conflicto bélico, que para repetirlos ya sería demasiado dispendioso.

En la trascripción de los documentos, tropecé en muchas ocasiones con serios problemas porque varios de ellos se encontraban en un estado tal que era imposible leerlos, en casos porque las letras de las manuscritos estaban demasiado borrosos, o porque la carta o telegrama le hacía falta un pedazo que impedía comprender el total sentido de su contenido, esto debido a que el tiempo pasado para ellos, una centuria los atacaron inclementemente como la misma tinta utilizada para representar las ideas hicieron las veces de un cáncer para con el papel.

En ocasiones se presentaron ciertos baches que vale la pena indicarlo, hubo que llenarlos acudiendo  no a la imaginación del autor sino a otros hechos que contemporáneos al momento sirvieron para obviar el inconveniente, para esto si la narración original se interrumpía porque los escritos estaban cercenados, o porque las hojas de la campaña faltaron, acudí entonces a telegramas del mismo día que hicieron posible establecer la continuidad de los hechos, o si tampoco existían estos, recurrí a ciertos pasajes que expuestos por otros autores hacían reflejar las circunstancias, porque no solo expresaba mis ideas sino las de otras personas que fueron desde el mismo punto de vista político, hasta el opuesto tratando siempre de sacar a relucir la verdad y nada mas que la verdad (ahora en este final del año 2015 que nuevamente me dedico a organizar, este trabajo quiero presentarlo en mejores condiciones).

En otras ocasiones, me tocó entrar a restaurar los documentos porque aunque completos,  estaba una hoja partida hasta en ocho pedazos y debí unirlos cuidadosamente para poder entender su significado.

Es verdaderamente lastimero que haya pasado tanto tiempo de haber ocurrido la guerra de los mil días, porque quienes recibieron correspondencia del general Silva debieron tener muchas de las comunicaciones que remitió, y de haber hecho antes estas memorias, quizá pude haber rescatado de sus diferentes destinatarios gran parte de ese material para poder así estampar con mejor lujo de detalles estas líneas.

Cuando mi padre murió, de ochenta años, contaba el suscrito ocho años de vida, por lo tanto fui dentro de mis hermanos, familiares parientes y conocidos, el menos favorecido con las narraciones que brotaron de su labios y como bien sabemos, a nuestros mayores siempre les da en su años de senectud por hacer reminiscencias de sus años de mozos, como contar sus anécdotas unas agradables y otras tristisimas.

Tal es mi recuerdo del general Silva, que solamente tengo en mi mente pasajes tan borrosos de él, pero eso sí, presente está en mi mente la gran peregrinación de viejos amigos que lo visitaban cuando se encontraba enfermo en Neiva, viviendo sus últimos días, como la del Abanderado Comandante Gabriel Antonio Bahamón, el Tambor Jesús Puentes, Comandante Joaquín Cabrera Polanco, Salomón Ramos y la del Sargento Mayor Rómulo González Trujillo. El Comandante Joaquín Cabrera Polanco fue encargado del mando supremo del Batallón Primero de Neiva, cuando por enfermedad pidió el general Silva, una licencia del ejército, en noviembre 17 de 1.900 y de Segundo Jefe al Sargento Mayor Matías Silva Hermida, su pariente cercano y creo que muy primo hermano.

Hasta hoy, los recuerdos del general Silva, solamente han estado en las mentes de las personas quienes lo trataron (que son poquísimas las existentes), pero jamás por haberlo leído escrito en un libro, debo ser sincero conmigo mismo y con los lectores que jamás pensé que al escribir estas líneas iba a encontrar tantas y serias dificultades de toda índole, porque si  bien es cierto que en la Universidad de Bogotá, Jorge Tadeo Lozano, en la  Corporación Financiera Colombiana,  en mi vida privada, en la Cancillería, en el Ministerio de Relaciones Exteriores, Política Exterior, en la Sindicatura de la Universidad Libre, en Vecol S .A, en Majaplast Ltda.,  he tenido oportunidad de hacer estudios de fundamento, pero en el caso que me he empeñado con estas líneas es radicalmente opuesto, la serie de lagunas que, paso a paso, se me interpusieron para completar estas gloriosas memorias, en muchas ocasiones los mismos relatos de los documentos me producían mucha, mucha nostalgia,  al ver en la forma desagradecida e ingrata como se le pagó por parte de sus contemporáneos los servicios prestados por el general Silva, pero si bien es cierto que hubo hombres desagradecidos e injustos hubo otros que muy espontáneamente colaboraron en sus duras campañas militares.

Mucha correspondencia oficial aún se encuentra en las casas de los familiares de los militares, y debería emprender el gobierno nacional una campaña nacional dirigida a solicitar a sus poseedores la entrega al Archivo Nacional,  o al Museo Nacional, o a alguna universidad, o a una biblioteca para consulta de quienes lo estimen de interés, salvando los documentos oportunamente de su pérdida y destrucción por el paso y mal sistema de archivos para prolongar su buena y perdurable existencia. 

Los conservadores casi no escribieron sobre esta guerra y la mayoría de los libros son con mentalidad liberal resentida, el autor de estas páginas busca integrar a la familia al escribir estas líneas.

Si bien es cierto que el general Silva contaba con un pequeño patrimonio familiar económico, el que lo consiguió no por sus sueldos recibidos por los servicios prestados, sino por herencia de sus padres, habría sido muy justo el que se le hubiera reconocido alguna contraprestación por parte de la nación, por que muy diferente es recibir una pensión vitalicia por encontrarse sentado detrás de un escritorio y otra diametralmente opuesta es la de haber obtenido todos  sus títulos militares en los campos de batalla a base, de sangre y fuego.

Si pensamos en el hecho de que por haber sido una guerra entre hermanos no hay derecho, debemos pensar también que los soldados no se vincularon al ejército nacional por voluntad propia sino que  por obligación fueron reclutados, bajo el lema de que usted  “va por que va”.

En la actualidad  ¿cómo se hacen  las carreras militares? ¿no es haciendo cursos militares y prestando servicio de orden  público contra las guerrillas, quienes son sus mismos hermanos?, en la guerra de los mil días los ascensos se hicieron por los triunfos que cada militar logro en cada combate, encuentro de armas o logros obtenidos en los combates sostenidos.

Expreso mis agradecimientos por la gran colaboración recibida, apoyo moral de mi madre, y hermanos para poder haber llevado acabo esta obra; también la colaboración intelectual que varias personas tuvieron a bien ofrecerme espontáneamente, porque de no haber sido por ellos, estos recuerdos históricos no habrían sido conocidos por los colombianos y en especial por sus propios paisanos quienes muchos lo conocieron y estimaron con  agrado. En especial los oriundos de las poblaciones de Maito donde quedaba radicada su finca llamada Santa María y los de su patria chica de Tarqui,  El Viso,  Elías,  Timana, Altamira, Garzón.

Me siento verdaderamente orgulloso de haber tenido un padre como lo fue el general Silva; para mí es muy placentero poder escribir un libro y no propiamente uno cualquiera, sino el referente al de su propio padre, que a pocas personas pueden decir con orgullo esto. Tener motivos mas que suficientes, hechos gloriosos e interesantes que exponer no solamente los que fluyen corrientemente de la mente del autor o los diferentes enlaces necesarios para concatenar unos pasajes con otros, sino lo más interesante y satisfactorio es poder encontrarlos escritos por otros autores en los que nombran repetidamente al beneficiario de estas memorias.

Poco número de personas se encuentran en este lugar privilegiado que me correspondió a mí para redactar estas líneas más que honrosas en lo personal, lo mismo que para mi madre y mis hermanos, quienes en todo momento compartimos jubilosos y complacidos nos enteramos de estos bellos recuerdos que permaneciendo inéditos hoy con orgullo los conocemos redactados en estas páginas.

Digo que inéditos porque cuando sucedieron estos momentos históricos para Colombia, aun nuestro padre no se había casado y fueron quedando en los diferentes anaqueles de la historia patria colombiana pero conocidos tardíamente por su propia familia y que no se dirá de sus demás familiares y conocidos.

Realmente estimados lectores ustedes no saben la gran emoción que se siente cuando revisando documentos públicos en la investigación se encuentran infinidad de correspondencia bien referente a su propio padre o bien escrita y formada por el propio padre. 

Indudablemente la cantidad de polvo que cubría estos libros consultados que aunque bien tratados y conservados por los diferentes archivos  y bibliotecas, ya los años se han encargado de arrumarles el polvo que cubre lo que no se limpia o se maneja con poca frecuencia. Alegría traje siempre a mi casa cuando después de varios días de intensa, exhaustiva y minuciosa búsqueda llegaba y leía en presencia de mi familia el nuevo manuscrito en el que se hacía referencia o emitidos directamente por el benefactor.

Mi alegría era inmensa, leía una dos y tres veces la fotocopia quizá buscando aprenderla de memoria y ya con otros hechos se presentaba la secuencia concreta y más extensa de un hecho determinado.

Al consultar en los escalafones militares, los rangos obtenidos por el general Silva, encontré con gran sorpresa que no aparecen registrados en los libros correspondientes. Así también otros altos oficiales quienes ocuparon cargos de jefes de División, jefes de ejércitos, de batallones o compañías, no se encuentran registrados en forma alguna, tampoco hechos, campañas y batallas de mucha resonancia en el ámbito nacional.

No sé si estos hechos se presentaron debido  a la confusión que ocasionó la misma guerra, quizá en los mismos encargados de almacenar estas informaciones, que aunque tristes han registrado sistemáticamente la historia colombiana.

O que con el fin de desaparecer y destruir esta parte de la historia,  fueron retirados subrepticiamente esta serie de documentos para que no apareciera y no se registrara convenientemente  la historia  como fue  y las generaciones siguientes colombianas no pudieran conocer tal y como se presentaron, los hechos o acontecimientos.

Me parece  que, aunque triste esta parte de la historia, debería haber sido conocida realmente por las nuevas juventudes para que sirviera de ejemplo, y que errores de esta naturaleza, con connotaciones nacionales de esta naturaleza, no se vuelvan a repetir.  Es cierto, fue sangrienta,  horrible y degradante, pero  no es este el hecho para que no quedara  plasmada de forma profunda en los anales de la historia y que sirviera de consulta para los historiadores y las promociones que directa o indirectamente  tendrán que regir los destinos de nuestra patria colombiana. La historia de hechos lamentables debe estar siempre presente en la conciencia colectiva, tratando siempre de crear una mística nacionalista, una conciencia  que trabaje en forma conjunta para el éxito de nuestras instituciones y el logro de las proyecciones de los partidos tradicionales colombianos.

Tengo entendido que la mayor parte de los dirigentes colombianos deben analizar profundamente la historia y concretamente las causas de las innumerables guerras civiles para que cada uno  forme su propia conciencia y evite  incurrir en los mismos errores de muchos de nuestros antepasados cometieron y que son hoy  un lastre para la patria.

Haciendo un paralelo en este sentido de Colombia y Alemania, no debemos olvidar que a raíz de la Segunda Guerra Mundial y después de sus consecuencias, los mismo alemanes quisieron que sus ciudadanos y el mundo entero olvidaran lo sucedido con el sistema Nazi (Nacional Socialismo), y que este pasaje de la historia no hubiera existido, pero si no se hace conocer ampliamente es posible que se vuelva a repetir con las consecuencias sangrientas para las nuevas generaciones.

Encontrándonos en este punto de desarrollo del derrotero trazado, narrando la participación activa del general Silva, en la larga lucha presentada durante la guerra de los mil días, procuraré expresar según propio criterio el caso insólito de esta contienda ocurrida entre hermanos colombianos. Ante todo debo necesariamente sentar un precedente, el conflicto bélico fue el resultado de la falta de experiencia en lo político, social y económico de nuestra patria colombiana recientemente emancipada de su madre patria España.

Lo anterior se encuentra ratificado por la serie de guerras intestinas, presentadas durante todo el curso del siglo antepasado, cuando un líder político militar por determinados intereses levantaba su propio ejército contra el vecino, ocasionando enfrentamientos de un departamento contra otro, resultando grandes concentraciones de personas seguidoras de una misma corriente política en la misma zona y ocurriendo lo mismo en otros departamentos de la corriente contraria, ocasionando grandes males en los intereses públicos y privados y desestabilizando una nación y un estado apenas en formación.

La ausencia de una verdadera conciencia nacionalista que propendiera y propenda para hacer comprender que antes que los intereses personales están los que buscan el bien de la comunidad, para el desarrollo del país, tendiendo consecuencialmente al fortalecimiento industrial y económico de la nación. Personalmente considero que la avanzada edad de esos dos beneméritos caballeros como fueron don José María Sanclemente y don José Manuel Marroquín, impidieron comprender oportunamente el derrotero que tomaría el país hacia la guerra, para tomar las medidas de igualdad política que era indispensable en esos aciagos días anteriores al encuentro de armas de la guerra de los mil días.

El poder detrás del trono, posiblemente los consejeros presidenciales por evitar atentar contra la salud y tranquilidad de estos patriarcas respetables ubicados en el pedestal o solio de Bolívar dejaron de informarles la realidad de los acontecimientos por los que el país transitaba en esos momentos, ya ambos octogenarios (del presidente Sanclemente y Marroquín) su lucidez mental había desaparecido notoriamente, por esto considero como poco buenos gobernantes a los aspirantes a esta alta posición cuando se aproximan a edades avanzadas.

El número aterrador de hombres sacrificados en la contienda bélica clama al cielo, porque fueron muchos las prestantes y prometedoras inteligencias las que tempranamente cortaron sus existencias sin brindar sus servicios intelectuales al país, cuando éste más los necesitaba, todo esta riqueza se enfocó únicamente hacia un solo fin,  la destrucción.

Las castas políticas aparecidas han dominado los destinos colombianos antes de la guerra y posteriormente reafirmaron sus posiciones estableciéndose  una dinastía de tres o cuatro familias ampliamente conocidas en la actualidad, quienes han hecho un tabú del solio de Bolívar. El escaso desarrollo presentado en nuestro medio dentro del período comprendido en los últimos 100 años obedece necesariamente a la falta de continuidad en las obras iniciadas por un gobierno y dejadas inconclusas al finalizar su administración, las cuales en la mayoría de los casos no son terminados por su sucesor.

Sería extensa la relación  de ejemplos, en muy variados departamentos donde podríamos ratificar los hechos anteriores, esto no con el fin de hacer una crítica negativa, por el contrario se busca que el mismo estado se concientice estableciendo soluciones a este problema ampliamente demostrado a través del correr de los tiempos, el aparecimiento de los denominados delfines, que son los hijos de los presidentes, cándida tizándose para suceder en el poder a otros líderes (sus padres, hermanos o tíos), que teniendo menor relevancia se sobre imponen a otros por cuestiones de ser hijos de uno de los famosos, esto lo estamos viendo preocupantemente en el país y ni los legisladores, ni la constituyentes lo han estudiado para tomar medidas paraqué esto se corrija y se le ponga coto a este mal que pulula en detrimento del populacho y pueblo que es el más perjudicado.

La población colombiana, políticos y dirigentes enfocaron totalmente su atención hacia la guerra entre connacionales, olvidando dedicarle el merecido interés indispensable al Canal de Panamá en construcción que era un gigante dormido, cuando éste despertó imposible fue contenerle, pues los intereses eran grandes en favor de varias naciones que con sobrado beneficio a corto plazo, apoyarían como en efecto lo hicieron, la separación del Departamento de Panamá, reconociéndosele brevemente su independencia como nación soberana por el resto del mundo; fue así como Colombia perdió este brazo importante del territorio nacional, principalmente apoyada por los Estados Unidos de Colombia.

Panamá intentó separarse 4 veces más de Colombia como resultado de las guerras del siglo XIX: las dos primeras cuando sucedieron los enfrentamientos en la Presidencia de Joaquín Marroquín y del Vicepresidente Domingo Caicedo en 1830; un año después en la Dictadura de Rafael Urdaneta; Los otros dos intentos cuando la llamada Guerra de los Supremos en 1840 y 20 años después cuando el General Tomás Cipriano de Mosquera desconoció el gobierno de Mariano Ospina Rodríguez. La definitiva se produjo en 1903, luego de 2 guerras civiles: la de los Mil Días y la de 1885, que puso fin a la Constitución de 1863, conocida como de los Estados Unidos de Colombia. Los Panameños no podían aceptar una Constitución centralista, 1886, que se redactó en Bogotá y no participó nadie en el Consejo de Delegatarios. A esto se sumó la condena y fusilamiento del indio Victoriano Lorenzo y la conducta desordenada del General Vásquez Cobo, comandante del ejército y lo apodaban Pepe Botella. 





Afamado líder guerrillero panameño, primero en américa latina, de muy buenas trayectorias, luego de mucho batallar cayo muerto en algún encuentro con las fuerzas legitimistas del presidente Marroquin.





En algún momento los lideres políticos de Panamá le expresaron al Congreso de Colombia, en pleno, que ellos negociarían la continuidad como Departamento de Colombia, si la capital de la república se ubicara en Panamá, lo cual no se llevo a cabo, (después del ojo afuera ya no hay santa lucía que valga).

Me llevaron mis padres alguna vez a la casa de Don Matías Silva y su esposa Merceditas Duran, (creo que era familiar con mi madre), a raíz de que ellos no habían tenido ningún hijo, Chepita, porque no me deja a Jairo Alfonso ( o sea yo), como hijo adoptivo y mire que no se requiere cambiar ni siquiera los apellidos ya que tenemos los mismos, a lo cual mi madre agradeció y respondió negativamente, este grato ofrecimiento, yo recuerdo perennemente, esto.

Cuando trabaje en la Cancillería viene a mi memoria que unas respetables señoras Duran Koppel, de carrera diplomática, (familiares de Merceditas, esposa de Matias), me hicieron la pregunta en torno a este acontecimiento, a lo cual respondí que era cierto.

Recuerdo que mi ingreso a la Cancillería se hizo realidad por cuanto mi amigo el Doctor Mauricio Ramírez Koppel, hijo del Doctor Augusto Ramírez Ocampo, en aquella época le llevó mi hoja de vida al Señor Ministro y Canciller Ramírez y como corolario basado en mi experiencia vino mi nombramiento, como primer secretario de relaciones exteriores, en la Subsecretaría de Política Exterior, del Ministerio de Relaciones Exteriores, en el área de los países socialistas comunistas, aun existia la URSS,  esto fue en 1.984.

Abajo, por Resolución 2213, de 25 de octubre de 1984, el  Ministerio de  Relaciones Exteriores en cabeza de su Canciller Doctor Augusto Ramírez Ocampo, me nombró, inicialmente en la sección de américa latina, posteriormente hice mis ascensos a otros campos, era Secretario General el Doctor Luis Carlos Villegas Echeverri, quien hoy es el Ministro de Defensa, (diciembre 14 de 2015).








               Introducir aquí el curso que hice en la Cancillería en el Instituto Colombiano de 
                Estudios Internacionales y en el Instituto de Altos Estudios para el Desarrollo



Aquí estudie asiduamente las Negociaciones Internacionales, como se puede apreciar en la certificación sobre el Seminario de la "Negociación Internacional" dictado en el periodo de septiembre 11 al 17 de octubre de 1.985, en cabeza del Doctor Frenando Navas de Brigard como Decano del Instituto Colombiano de Estudios Internacionales y del Codirector Pierre Gilhodes, del Instituto de Altos Estudios para el Desarrollo,con la acreditación de la Subsecretaría de Política Exterior, del Ministerio de Relaciones Exteriores.


Con este Título me sirvió para optar al escalafón siguiente de la carrera Diplomática, como fue el de Primer Secretario de Relaciones Exteriores, en la Sección de Europa, y salir  de América Latina, en este sitio había hecho los primeros pinitos para aprehender el protocolo diplomático, y saber cómo se manejan las relaciones internacionales entre una misión y la otra del país contrario.  

Como tal me correspondió atender en esta Sección todo lo relacionado, con los países socialistas, entre ellos a Rusia, que en este momento estaba el doctor Victor Alcides Ramirez, huilense, como Embajador en Moscú, y debí atender toda la correspondencia recibida y enviada en nombre de nuestro Canciller, al señor Embajador, a los pocos meses se dio la apertura de la Perestroika y la Transparencia aplicada por el Primer Ministro Soviético Mijail Gorbachov, en aquella época denominada la "Revolución de la Esperanza" y desapareció el comunismo del mundo, porque entró en vigencia la Perestroika y el Glasnot, en 1.985.


Retomando la vida del general Silva, otra anécdota, "el desertor de la misma División, el capitán Juliao, supo que su esposa había tenido su primogénita (niña), pidió licencia para visitarla y conocerla. Su solicitud fue denegada, por el Comité de la División, motivo por el cual éste huyó, pero lamentablemente fue capturado. La orden de la milicia para el momento, en la Guerra de los Mil Días, era que todo desertor pagaba su delito, con la muerte, y debía ser fusilado. Le correspondió al general Silva servirle de compañía, consuelo, y confesor, comentaba él que rezaron toda la noche general y desertor y al amanecer fue ejecutado. Al preguntarle al general Silva (por parte de su única hija) y papacito usted no podía haber dejado de cumplir la sentencia, papacito, a lo cual  le respondió si no cumplía la orden, me habrían ejecutado a mi.... y terminando el comentario, lloró largo y amargamente (las órdenes se cumplen o la milicia se acaba), igualmente lo hizo la pequeñísima hijita, única del general Silva.











1 comentario:

  1. Muy de acuerdo con el relato, hay poca bibliografía conservadora sobre esa guerra.

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